Por Arturo Doménech, empresario de Ibi
En los tiempos que corren parece que todas las empresas hemos caído en la más absoluta desgracia, parece que hemos pasado todas a ser sospechosas de estar en la quiebra más absoluta, tenemos la sensación de que somos delincuentes financieros, cuando en realidad  no hemos cambiado en nada, seguimos siendo los mismos, lo que sucede es que  estamos sufriendo las consecuencias lógicas del clima de desconfianza general que se ha provocado por las desmesuradas actuaciones de índole financiera que han colapsado , y de que manera, la capacidad crediticia de las entidades bancarias.
Está claro que esa desconfianza en general provoca un retraimiento en el consumo que hacemos todos los ciudadanos, que a su vez, lógicamente, conlleva que todas las empresas disminuyan su facturación, pero ello no significa necesariamente que hayan dejado de generar beneficios, los activos de trabajo y saber hacer que veníamos desarrollando no han cambiado, por ello es incomprensible que se nos hayan cerrado las puertas de la financiación, pero además a cal y canto, no se entiende que todo lo valido hace unos cuantos meses ahora no sirva para nada, todo aquello que antes era valorado por las entidades financieras como positivo ahora sea totalmente insuficiente para concedernos un crédito, ¿Qué sucede? ¿Los criterios de antes que los bancos valoraban eran los erróneos y los de ahora son los acertados?, pues por lo visto  sí,  pero que no nos hagan responsables a las empresas de esas estrategias comerciales tan poco rigurosas que han venido aplicando los bancos hasta hace unos meses.
¿Dónde está el dinero que utilizan los bancos para generar su negocio?  Ese dinero es lo que en nuestras empresas sería la materia prima, ¿Qué han hecho con él? Imagino que, como es lógico y normal, lo habrán invertido o prestado, para con ello obtener su rendimiento, igual que hacemos en nuestras empresas, transformamos nuestras materias primas en producto final que vendemos y generamos beneficio y con ello volvemos a comprar más materia prima y además con los beneficios seguimos invirtiendo en más maquinaria, y así continuamente, es nuestra razón de ser.
Pero, ¿y los bancos? ¿Han dejado de comprar materia prima?, porque de momento lo que han hecho es desabastecer a los clientes,  ¿Y los beneficios? ¿No los tienen o es que no los  reinvierten en sus negocios?.  Sinceramente se han pasado de esplendidos y se han quedado sin materia prima y lo que es peor, sin posibilidad de comprar más, y para más desgracia para nosotros , entre ellos ya no se fían, y con esta actitud lo que provocan es que ese indicador fatídico para todos nosotros, llamado Euribor, no descienda lo que sería de desear.
Realmente ¿Quién genera el problema?, ¿somos las empresas las que hemos engañado a los bancos?, o ¿son los bancos que por una vez se han creído que todo el monte es orégano?, ha sido su responsabilidad, su forma de hacer negocio, han arriesgado y han perdido estrepitosamente, justamente lo mismo que nuestras empresas, arriesgamos y unas veces ganamos y otras muchas perdemos.
Haciendo mías las palabras de un gran empresario de nuestra localidad, comparto su opinión de que las empresas, además de los valores materiales de que disponen, se apoyan en sus trabajadores, que por supuesto ahora más que nunca quieren trabajar y que todo vaya bien, en sus proveedores, que como no puede ser de otra manera con la que está cayendo quieren seguir vendiéndonos, y los bancos, los únicos que ahora en estos momentos están dejándonos abandonados y que sinceramente deberían de recapacitar para volver a la normalidad, pues de lo contrario no es que no nos dejaran más dinero, sino que de seguir así no les podremos devolver el que con buen criterio nos dejaron.
Pero dicho lo anterior, todo eso no tendría sentido sin nuestros clientes, que a la postre son los que nos hacen” hervir la olla”, a ver si los bancos caen en la cuenta de que son sus clientes, los que tienen, pero más los que necesitan, los que en ultima instancia harán de ellos empresas rentables.

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