Un juicio no creíble

Por Gonzalo Milla Tebar
Sesenta y dos familias han tenido que esperar seis años para que se hiciera un juicio justo por el accidente del Yak 42, el más grave en tiempos de paz, en el que perdieron la vida en circunstancias extrañas los soldados españoles que estaban cumpliendo con su deber humanitario. Para estas familias, este juicio no les ha convencido porque han faltado a él los auténticos responsables, el Sr. Trillo, Ministro de Defensa en ese momento, el Sr. Hugarte y por supuesto el que fuera Presidente del Gobierno, Sr. Aznar. Fueron ellos los que ordenaron a los militares ahora condenados que taparan cuanto antes el grave error que habían cometido. Estos tres señores no han sido capaces de dar la cara, han sido cobardes, creo que por vergüenza.
Estas familias que han estado sufriendo durante seis años siguen sufriendo ahora al comprobar que los responsables de este cruel accidente se han “ido de rositas” a su casa.
Ante la cobardía de estos señores han tenido que salir a dar la cara el Sr. Rajoy diciendo que tienen la conciencia tranquila. Yo no la tendría si en mis espaldas hubiese 62 personas muertas.
Por otro lado aparece la Sra. Esperanza Aguirre diciendo que lo que hicieron fue para que sus familias no sufriesen más, dando a entender a los Españoles que estos señores son unos ángeles del cielo inocentes. ¡Habrá mayor insensatez¡ ¿Qué hay más cruel que una familia que estuvo velando a un ser querido y en el ataúd había restos de tres personas diferentes? ¿Habrá mayor crueldad que hacer esperar a 30 familias un año y medio para poder dar sepultura a sus seres queridos? Todo porque estos señores quisieron tapar lo antes posible este accidente. ¿Existe mayor error para un político? ¿Cómo pueden estos señores pedir responsabilidades y dimisiones a los demás?
Señores del Partido Popular, pídanse ustedes sus responsabilidades, que son muchas y al mismo tiempo pídanse alguna dimisión, que motivos no les faltan. No quieran culpar a los turcos del grave error que han cometido ustedes. No quieran lavarse las manos como Poncio Pilatos.