Por Pepe Martínez Carrión

Cada vez es más frecuente meter a todos en el mismo saco. Cualquier persona que se dedique a lo público queda denostada:  “todos son iguales…, todos van a lo mismo…” y como quiera que en tantos casos se demuestra que existen prevaricadores, merecido puede que lo tengan los políticos en ejercicio de sus no atribuciones. Pero en tantos y tantos casos subyace aquello tan propio del fascio: “la política para los políticos. Tú, ciudadano, sé súbdito, te irá mejor ser gobernado que gobernar”, etc. Incluso en esta etapa democrática se nos ha dicho “el rico ya tiene bastante, no votes al pobre que se lo llevará crudo”. En definitiva, desacreditar al noble ejercicio de la política, de ocuparse de lo público. Intentar que los ciudadanos no tengan concepto de sociedad, que perdamos cualquier sentido crítico, ningunear a lo colectivo, aprovechar cualquier “excusa” para restar derechos que tanto ha costado conseguir y que una vez quitados será difícil restablecer. En eso estamos, en el retroceso.

Es fácil acordarse las voces contra el aborto, para qué hablar del divorcio, de la ley contra la discriminación, de la igualdad contra la desigualdad, de la memoria histórica, de la no discriminación al discapacitado, del matrimonio civil o no necesariamente eclesiástico, vamos sin bendición de los que niegan la vida, de los que se autoprohíben casarse y procrear, etc, etc.

Han llenado las calles contra todo tipo de normativa que iguale, que permita, que se pueda ser distinto, han salido a la calle los que siempre han negado el ejercicio de la contestación, de la réplica, de mostrar el descontento social, de poder manifestar el malestar.

Pero, paradójicamente, esos “antiderechos para los demás”, se divorcian, ya se divorciaban antes, ya abortaban antes, se iban a Holanda o a Inglaterra, o como en tantos conventos se observan verdaderas fosas de fetos. ¡Ay pillines! ¡Si los curas y monjas supieran…! los bendicen una y mil veces, para éllos es factible la ruptura del matrimonio, la Iglesia sabe darle forma legal para ellos, por cierto, también se unen en pareja gay o lesbiana, pero la hipocresía les domina: “que los demás no tengan derechos, que nosotros sabemos tomárnoslos”.

Nosotros tenemos que seguir pronunciando el prefijo con, junto a, desde compañero, común, convivir, compartir, convecino, conjugar, componer y hasta comportarse.

Por cierto, no se si a nivel de comunidad, la Iglesia está asignándose, apropiándose de lo público, robando a mano llenas lo que es del pueblo, sería importante estar atento, porque con las atribuciones que les dio la ley, no tienen que demostrar la propiedad de nada, basta que se los inscriban.

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2 COMENTARIOS

  1. Ya lo dijo su dios, haz lo que yo te diga y no lo que yo hago, aunque un Dios omniescente, nunca hubiera dicho semejante aberración, ¿nos devolverán a las caveernas?.
    Gallardón ya lo está intentando, dejarnos sin derecho a la justicia, es mandarnos al infierno y luego a misa.

  2. Juán Ruiz el arcipreste de Hita a mediados del siglo XIV, ya hizo poesía sobre la relación del dinero y la Iglesia oficial, evidentemente le costó cárcel.

    “Y si tienes dinero tendrás consolación
    placeres y alegrías y del Papa ración
    comprarás paraíso, ganarás la salvación
    Donde hay mucho dinero hay mucha bendición

    Él crea los priores, los obispos, los abades
    arzobispos, doctores, patriarcas, potestades
    a los clérigos necios da muchas dignidades
    De verdad hace mentiras, de mentiras hace verdades

    Él hace muchos clérigos y muchos ordenados
    muchos monjes y monjas, religiosos sagrados
    el dinero les da por bien examinados
    a los pobres les dice que no son ilustrados

    Yo he visto a muchos curas en sus predicaciones
    despreciar al dinero, también sus tentaciones
    pero al fin por dinero otorgan los perdones
    absuelven los ayunos y ofrecen oraciones”

    Dicen frailes y clérigos que aman a Dios servir
    mas si huelen que el rico está para morir
    y oyen que su dinero empieza a retiñir
    por quien a de cogerlo empiezan a reñír”

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