El PP valenciano, el mismo que nos ha dejado sin ambulancias, el mismo que ha boicoteado la ley de dependencia, el mismo que mantiene nada menos que 10 diputados del PP imputados, que se encuentran inmersos en procesos legales y muy pendientes de lo que pasa con Blasco, al que quieren proteger para evitar tener que poner sus propias barbas en remojo, ha sorprendido una vez mas con el nombramiento de la directora general de Coordinación, un cargo que antes no existía, un traje a medida en el que han colocado a Esther Pastor, una antigua colaboradora del President Albert Fabra. Unos días más atrás nos llagaba la noticia de que Fabra había nombrado asesor de presidencia, con un sueldo de 29.915 euros anuales, a su cocinero personal. Esta es la manera de funcionar del PP en general y muy especialmente en la Comunidad Valenciana.
Entre los investigados se encuentra nuestra alcaldesa. En nuestro pueblo ya vamos viendo como Maite Parra se posiciona y cambia delegaciones de gobierno, arrimando a los que ve más próximos a ella y quitándoles responsabilidades de gobierno a los que puedan ocupar su puesto en las próximas elecciones. Una alcaldesa que cae en picado por su falta de credibilidad y que a dos años vista de elecciones está pensando en su futuro político en vez de defender los servicios básicos que su partido, con su apoyo, nos ha ido quitando. La estrategia seguida por Maite Parra no es nueva: evita convocar los plenos ordinario por las tardes, cuando los ciudadanos pueden ir a reivindicar todo aquello que consideren oportuno, repite en los medios el tan manido “tripartito” para desacreditar a la oposición y defiende a capa y espada a su socio de gobierno Juan Valls, que tantas alegrías le ha dado desde que se iniciara la legislatura.
Al igual que Fabra, Maite Parra además de colocar a dedo a personas de su confianza en varios departamentos del ayuntamiento, está cerrando filas y tapando voces discrepantes sobre su política y su participación en presuntas corruptelas. La guerra dialéctica ha cobrado intensidad. Tacha de “politizados” todos los movimientos reivindicativos que no le interesan, sin importarle nada la preocupación y los derechos fundamentales de sus vecinos.
Mientras tanto en Alcalá de Henares, la Universidad Popular de los Movimientos Sociales (UMPS) ha bajado el telón este fin de semana con un gran mensaje: la necesidad de crear una cultura de resistencia y de fomentar la unidad de la izquierda, eso que tanto temen Maite Parra y Fabra.
Con la crisis en el horizonte, la convocatoria, que ha reunido a cerca de cuarenta colectivos, plantea que la izquierda “no ha sabido unirse desde 1914, y hoy hemos heredado las ruinas de esta separación: el capital está unido y globalizado y su estrategia es dividir y fragmentar a quienes se les oponen”.
En la reunión de la UPMS se han discutido además otras grandes cuestiones, como la necesidad de poner fin a las políticas de austeridad, denunciar el papel de la troika, cuestionar las instituciones y las políticas de la Unión Europea como mecanismo antidemocrático, o la búsqueda de soluciones “desde abajo”.
Nosotros estamos en ello, dispuestos a hacer política con mayúsculas y a defender que escuchar y apoyar a todos los colectivos sociales no es “politizar”, es trabajar y respetar, y de esto último Maite Parra no tiene ni idea. Ahora bien, de imponer, increpary señalar con el dedo a los que discrepan de su política, obtiene la máxima nota.
Susana Hidalgo
Si Susana, es muy importante que se arraigue la cultura de la resistencia. Solo una tenaz resistencia, y la firme convicción de nuestros propositos, conseguiran que unidos le paremos los pies a quienes, revestidos de un mal intencionado economicismo, quieren subyugar a gran parte de la sociedad y de los pueblos, al margen de la democracia.