26 de agosto de 2014
Mientras la práctica totalidad de los ciudadanos disfrutábamos de unos días de descanso, la brigada municipal tuvo que llevar a cabo una de las tareas más ingratas que puede haber para las personas con una mínima sensibilidad por mantener el equilibrio entre la naturaleza y el asfalto en nuestras ciudades. Hubo que talar un pino, el de mayores dimensiones (70 cm. de diámetro a la altura del corte) en la Avenida Juan Carlos I, a la altura del cruce con la calle Castalla.
Hace unas semanas, un ciudadano nos puso en alerta sobre la extrañeza de que este pino, en poco tiempo hubiese pasado de ser el de mayor altura y frondosidad de los de la zona, a ver perder su verdor y secarse con gran rapidez. Igualmente nos invitó a examinar este ejemplar desde cerca.
Pudimos constatar que la muerte de este árbol no fue fortuita. Alguien, cuyo interés en terminar con él no podemos entender, se tomó las molestias necesarias para que, con extrema rapidez, este pino pasase de estar sano a ser una amenaza para transeúntes por la posibilidad de caída en caso de viento y lluvia.
Efectivamente a la vista de lo extraño del caso, pusimos este asunto en conocimiento de la Concejal de Medio Ambiente quien a su vez hizo lo propio con los técnicos del Ayuntamiento, quienes verificaron que el pino había sido “asesinado” con un método que, aún siendo efectivo, no suele ser conocido por la mayoría de los ciudadanos, un método que, por razones obvias, no vamos a detallar en este espacio pero del que podemos decir que siendo muy efectivo contra los árboles, si quien lo practica no dispone de conocimiento suficiente puede incluso poner en peligro la salud pública.
Quien protagonizó esta salvajada, concluyeron los técnicos, era conocedor de este peligro y se intentó asegurar de que, en caso de ser identificado no se le pudiera acusar de un delito contra la seguridad ciudadana.
Sin pretender culpar a nadie más que a quien cometió esta tropelía, hemos de lamentar que ni jardineros del Ayuntamiento, ni capataces de grupo, ni ningún responsable municipal tuviese la sensibilidad necesaria para, estando a su cuidado, advirtiesen la “enfermedad” de este bonito ejemplar.
No siendo el coste económico de la tala y retirada del ejemplar lo más importante de este asunto, hemos de decir que superó los trescientos euros de dinero público.
Sin duda este acto -delito ecológico- ha de ponernos en alerta a todos los ciudadanos, muy especialmente a los responsables directos de su cuidado, de manera que no dudemos en informar a las autoridades de cualquier cuestión extraña relacionada con plantas y árboles que, aunque todavía haya quien no lo crea, lo único que generan son beneficios y bienestar en nuestras ciudades.
Vicente Bernabeu
Como decía una frase célebre:
” Si los árboles dieran señal Wifi muchos los plantarían y cuidarian de ellos. Desafortunadamente, sólo dan Oxigeno”