Como todos sabemos, el pasado 4 de febrero fue un día triste para todos nosotros ya que nuestra querida Carme Garrigós nos dejó. Pero lo más importante es el legado que nos deja: su labor solidaria y su ejemplo como mujer valiente, trabajadora y comprometida.

Dedicó 25 años trabajando en beneficio de los más necesitados de la mano de UNICEF.

Carme, con la sencillez y naturalidad que la caracterizaba, explicaba que el origen de su temprana vocación humanitaria se remontaba a la época de su escolarización, cuando le hablaban de los sufrimientos de los niños en países africanos, algo que le afectaba profundamente y soñaba con poder contribuir a que las penas de aquellos niños fueran menores.

A los 36 años dio el paso y pese a las penurias y dificultades a las que se enfrentaba, declaraba abiertamente sentirse “feliz de poder hacerlo”.

Carme encarna la esperanza en el ser humano.

A día de hoy, las personas como Carme son más necesarias que nunca y por eso, para que su legado no se pierda, para que su recuerdo siga vivo y sirva de inspiración para que otros tomen su relevo, en estos tiempos de individualismo y egoísmo creciente, es una deuda y un agradable deber ensalzar su labor y su figura.

Carme Garrígós Pérez, la mujer solidaria que afirmaba que la mejor recompensa siempre fue la mirada agradecida de aquellos a los que ayudaba, es un orgullo para todos los Ibenses, por lo que consideramos que, por méritos propios, sería justo que su nombre trascendiera y su labor perdurara en el tiempo.

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