TrilloPor Herick Campos
La semana pasada quedó visto para sentencia el juicio sobre las identificaciones erróneas de los cuerpos de los fallecidos en el accidente del YAK-42 y sobre la consecuente falsificación de documentos públicos.
Claro que los militares responsables sentados en el banquillo son culpables, como parece que ha quedado demostrado en acta judicial lo que era evidente, y por tanto deben pagar por ello.
Pero alguien debe asumir responsabilidades políticas por acción u omisión. Un militar no puede hacer lo que le da la gana y menos un mando militar. Y si lo hace, uno no se lamenta por que lo condenen. Se debe lamentar por no haberlo cesado al segundo minuto de conocer el error.
Vamos a partir de que el responsable político directo, es decir, el Ministro de Defensa, no sabía, ni ordeno la repatriación rápida de los cuerpos y su entrega a las familias pese a no estar completadas las identificaciones, cosa que dudo, pero planteémoslo como digo como hipótesis. Si fuera así, al conocer la mínima prueba, aunque fuera mese después, el cese debía ser fulminante por incompetente, por insubordinación, y por mentiroso. Es más, el siguiente paso sería pedir al Abogado del Estado y a la fiscalía la apertura de una investigación judicial.
Rajoy reiteró ayer que Trillo está preocupado por la suerte judicial de sus colaboradores. Como se dice coloquialmente ¡qué fuerte! Yo por insubordinados y mentirosos no me preocupo, más allá de preocuparse por que caiga todo el peso de la ley sobre ellos.
Acabo destacando que el PP no toma nota de sus errores. Su error fue no controlar las subcontratas sobre el YAK-42 y la seguridad de los aviones. Su error fue las prisas y la inexistente aplicación de medios para la identificación de los cuerpos. Pero también fue un error recurrir, nuevamente, a la mentira y a la descalificación sobre las pruebas y sobre las familias y aquellos que denuncian.
Sobre el estado de los YAK se ha pedido disculpas con la boca pequeña, pero sin reconocer su responsabilidad directa. Aún estamos esperando las disculpas por las mentiras o por frases dirigidas a las familias como “hay que dejar en paz a los muerdos” (Aznar, marzo 2004).
Aún no se ha pedido perdón sobre esto. Rajoy sigue representando lo peor de los gobiernos de Aznar: las formas y la falta de autocrítica.

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