9 de febrero 2018

Ibi ha sido galardonado recientemente, a través del museo de la Biodiversidad y de la Estación Biológica Torretes, con el premio al “Ayuntamiento ejemplar 2016”, además de quedar finalista en los premios “Ciudad sostenible” en la categoría de Educación Ambiental.

Considero que nuestra población es digna de ambas distinciones, pero cuestiono, en términos de Medio Ambiente, determinadas actuaciones de la coalición de Gobierno del Partido Popular y ADIi, ya que me parecen contrarias a la de “ciudad sostenible” o un “Ayuntamiento ejemplar”. Me refiero a algo tan básico como proteger los espacios verdes y la vegetación urbana.

De un tiempo a esta parte, el Ayuntamiento está llevando a cabo una lamentable política que no favorece ni la proliferación ni la conservación de la cada vez más escasa vegetación urbana de nuestro municipio, pese a su importante papel a la hora de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, purificando el aire, reduciendo la contaminación, regulando la temperatura y amortiguando los ruidos.

Y esto, a pesar de que la ordenanza municipal recoja que “el arbolado existente en el espacio público, aunque no haya sido calificado como zona verde, deberá ser protegido y conservado”.

El casco urbano de Ibi precisa de parques con vegetación, espacios de esparcimiento y socialización y de zonas donde descansar. Unos espacios que deben complementarse, según lo previsto en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), con el arbolado de las calles.

Pero, para nuestro Ayuntamiento, parece que ni la legislación ni el mero sentido común son suficientes, como si se hubiera quedado estancado en aquel tiempo en el que el asfalto y el hormigón eran sinónimo de desarrollo.

El equipo de Gobierno lleva años sin reponer los ejemplares que, por una u otra razón, han sido eliminados. Mientras que los particulares parecen cumplir escrupulosamente con la Ordenanza, el Ayuntamiento no lo hace.

Cualquiera que pasee por nuestras calles podrá ver la cantidad de alcorques vacíos que hay y, cuando los rellenan, lo hacen con hormigón o con losetas, dando a entender la firme voluntad de no volver a plantar allí.

Además, últimamente hemos asistido a la eliminación de los setos en la Avenida de la Provincia, que fueron sustituidos por plástico verde. Quizá la decisión obedezca a razones puramente económicas, pero hay que recalcar que ese no es el camino y que hay multitud de estudios y ejemplos que así lo corroboran.

Cuando un árbol desaparece, se borra con él un trozo de nuestra identidad, destruyendo en pocos minutos lo que precisó años conseguirse.

El Ayuntamiento tiene la obligación de preservar el arbolado y la vegetación planificada existente. Si se pierde un árbol, la prioridad ha de ser su reposición, velando siempre porque el número de pérdidas sea el menor posible.

Es la obligación de nuestros dirigentes, y también su responsabilidad, dedicar a esto el mayor de los esfuerzos. Solo ellos pueden hacerlo y evitar que nuestro pueblo se convierta en un enorme y tórrido jardín de cemento.

Vicente Bernabeu Brotóns

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