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  1. Mentiras sobre el déficit

    MIÉRCOLES, 15 DE FEBRERO DE 2012 ANTONIO MIGUEL CARMONA

    ¿A quién puede sorprender?, ¿a quién sorprende que el Gobierno de España mienta sobre las cifras económicas para poder echarle la culpa de todo al gobierno anterior? Una práctica tan habitual como falsa en comunidades autónomas y ayuntamientos.

    Pero con Bruselas han topado. Las afirmaciones dichas con la alegría que caracteriza a los conservadores han de probarse ciertas o, de lo contrario, quedan en eso, falsedades. Ayer por la mañana nos sorprendió Bruselas sospechando que las cifras de déficit público presentadas por el Gobierno de Mariano Rajoy habían sido infladas desde el 6% al 8% con objeto de poder pedir mayor flexibilidad y echarle el muerto, como siempre, a Zapatero.

    Todo comenzó en las elecciones autonómicas y municipales. El acceso a determinados gobiernos regionales y municipales siguió una premeditada desde Génova espiral de declaraciones acerca de que se habían encontrado bajo la alfombra gastos sin justificar y déficit sin declarar.

    Así, a partir de ahí, podían poner encima de la mesa un tijeretazo que, bajo la excusa del ahorro, el cinturón apretado ante el dispendio del gobierno anterior, lo que pretendía era un cambio de modelo social, más educación privada a costa de la educación pública, o la participación del sector propiamente privado en la provisión de los servicios sanitarios.

    El esperpento mayor los llevó a cabo la señora Cospedal, secretaria general del Partido Popular, al inventarse facturas no registradas del Gobierno de Barreda. Desmentida por el Ministerio de Hacienda, documento que tuvimos ocasión de mostrar en televisión, su ridículo no fue límite alguno para sus alocadas ruedas de prensa.

    Cuando Soraya Sáenz de Santamaría dio aquella rueda de prensa en la que reconocía un mayor déficit público para poder justificar la subida de impuestos a las rentas de los trabajadores, flagrante fraude electoral, reconoció que provenía de comunidades autónomas gobernadas por ellos mismos.

    Ante tamaño desliz Cristóbal Montoro señaló en el Pleno del Congreso que la desviación provenía de las mentiras del gobierno socialista que ocultó decir, súbitamente, que las comunidades autónomas les habían dado datos falsos. Tamaña alegría de declaraciones era, cuando menos, alambicada y sospechosa.

    Y ahora funcionarios de Bruselas reconocen que inflaron el déficit público para, según ellos pedir flexibilidad, según extraños para justificar la subida de impuestos y, según propios para poder echarle el muerto a Zapatero.

    El Comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, horas después, apaciguó los ánimos diciendo textualmente que “es prematuro señalar que el gobierno de España infló el déficit”. Una declaración que los populares recogieron como un desmentido.

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