Por Patricia Hernández, diputada socialista en el Congreso

“La reforma laboral no fue pensada para crear empleo”. Catorce meses después de aprobada la reforma laboral, la ministra Báñez nos sorprendió a todos diciendo ¡por fin! la verdad. Aunque le ha costado todo este tiempo, y después de tantas mentiras, el Gobierno reconocía algo que era evidente para todos y todas desde el primer día ante el clamor de los datos. Ganaron las elecciones prometiendo empleo, hicieron la reforma laboral afirmando que su objetivo era crear empleo y ahora, con casi un millón de puestos de trabajo destruidos después, nos dicen que no era para eso.

La pregunta evidente ahora es una. Si no fue pensada para crear empleo, como ya han reconocido aunque les ha costado, ¿para qué fue pensada? La respuesta era fácil antes, y es evidente ahora: para recortar los derechos de los trabajadores y trabajadoras, para atacar la negociación colectiva y debilitar los convenios colectivos; para que tengamos menos salarios, menos derechos y menos protección. Estos eran los objetivos…y sí… en esto han tenido un rotundo éxito. En realidad ya lo sabíamos, todos y todas lo sabíamos: la Reforma Laboral era y es una máquina de despidos fáciles y baratos.

Utilizaron a los parados para ganar las elecciones, y los utilizaron, otra vez después, como coartada para aniquilar el equilibrio de las relaciones laborales. Nos dijeron que abarataban el despido para evitar los despidos, y lo pusieron tan barato, que no sólo han conseguido destruir casi un millón de puestos de trabajo, han hecho algo más… han conseguido que el miedo se haya apoderado de los y las que aún conservan el empleo: miedo a ser despedidos por cualquier razón, o causa, hagan o no hagan su trabajo, tenga beneficios la empresa, o no.

El resultado, más paro sí, pero menos derechos para los que conservan el empleo. El resultado, nos están empobreciendo.

Hoy miles y miles de trabadores y trabajadoras, ante la amenaza permanente de perder su trabajo, aceptan rebajas de salarios y ampliación de jornada, mientras los beneficios empresariales siguen creciendo. Hoy miles y miles de personas trabajan más horas y cobran menos, mientras otros miles van a trabajar enfermos. Y muchos españoles más, dos millones, ya no tienen la protección del Convenio Colectivo.

Hoy el salario, la jornada, los horarios, las condiciones de trabajo dependen exclusivamente de la voluntad de los empresarios y esa indefensión se traduce en angustia y miedo, desempleo, pobreza y desigualdad.

Casi quiece meses después de la entrada en vigor de la reforma laboral, tener un empleo no es garantía de nada. Ni siquiera una garantía para que no te afecte la pobreza. Según la Fundación Primero de Mayo, el 12% de la población ocupada vive por debajo del umbral de la pobreza.

Pero no es sólo cuestión de menos sueldos y más fragilidad en el empleo. Además pagamos más.., más en impuestos, más por el gas, más por la luz, más por la salud, más por los medicamentos, más por la escuela infantil de nuestros hijos, más por la universidad de nuestra hija, a la que además le quitaron la beca, más por los cuidados de nuestro padre dependiente, y si… pagamos también por la justicia.

Hoy los trabajadores y la trabajadoras son más pobres. Y no como consecuencia de la crisis, sino de la ideología de este gobierno, que cada día toma decisiones que empobrecen a miles de personas, y lo que es aún peor, siempre diciendo… que lo hacen por su bien.

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